Siento tus manos suaves acariciar mi columna
Puedo pensar tranquilo ya en mi cabeza no hay pugna
Voy a escribir un poco,
dedicado a mí doctora.
La tibia arena, tus manos, la brisa y la penumbra,
Me quiero quedar aquí, mi cuerpo ya se acostumbra.
Voy a disfrutar la paz,
que tú me entregas ahora.
La noche esta muy tranquila, la misma luna ya alumbra.
Los masajes que me distes no son de una simple alumna.
Doctora mía, mi amiga.
Ahora quiero ver la aurora.
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